Arte de Edward Burne Jones
"Los d
ías de la creación"
"El tercer dí
a"

La Jerarquía Celeste

de Dionisio Areopagita

CAPITULO III

Qué se entiende por jerarquía y cuál sea su provecho

1. A mi juicio, jerarquía es un orden sagrado, un saber y actuar lo más próximo posible de la Deidad. Se elevan a imitar a Dios en proporción de las luces que de El reciben, la Hermosura de Dios tan simple, tan buena, el origen de toda perfección no admite en sí la menor desemejanza. Dispensa a todos, según el mérito de cada cual, su luz y los perfecciona revistiéndolos misteriosa y establemente de su propia forma.

2. La jerarquía, pues, tiene por fin lograr en las criaturas, en cuanto sea posible, la semejanza y unión con Dios. Una jerarquía tiene a Dios como maestro de todo saber y acción. No deja de contemplar su divinísima hermosura. Lleva en sí la marca de Dios. Hace que sus miembros sean imágenes de El bajo todos los aspectos, espejos transparentes y sin mancillas, que reflejan el brillo de la luz primera y de Dios mismo. Luego que sus miembros han recibido la plenitud de su divino esplendor, transmiten generosamente la luz, conforme al plan de Dios, a aquellos que les siguen en la escala.

Sería grave error para los santos guías, y asimismo para los que de ellos aprenden, hacer algo contra las disposiciones sagradas de aquel que, después de todo, es la fuente de perfección. Sería un error la desobediencia, en especial si es que anhelan el divino resplandor de Dios, y han fijado para siempre la mirada en aquel fulgor. Es lo que conviene a su carácter sagrado. Y más si están configurados, en la medida de sus fuerzas, con aquella Luz.

Así es que el nombre de jerarquía designa una disposición sagrada, imagen de la hermosura de Dios, que representa los misterios de la propia iluminación, gracias al orden sagrado de su rango y de sus saberes. Se asemeja a la propia fuente y, en cuanto es posible, se configura con su propio origen. Porque la perfección de cada uno de cuantos están en este sagrado orden consiste principalmente en que, según la propia capacidad, tiende a la imitación de Dios. Más admirable aún: llega a ser, como dice la Escritura, "cooperador de Dios" y reflejo de la actividad divina en cuanto es posible.

Por eso, cuando el orden sagrado dispone que unos sean purificados y otros purifiquen; unos sean iluminados y otros iluminen; unos sean perfeccionados y otros perfeccionen, cada cual imitará a Dios de hecho según el modo que convenga a su función propia. Lo que nosotros llamamos bienaventuranza de Dios está libre de toda desemejanza. Es plena luz, sempiterna, perfecta, sin que le falte nada. Ella es la que purifica, ilumina y perfecciona. 0 mejor, es la santa purificación, iluminación, perfección. Está por encima de toda purificación, sobre toda iluminación; es la verdadera fuente de perfección, más que perfecta.
Causa de toda jerarquía, sobrepasa con mucho todo lo sagrado.

3. A mi parecer, los ya purificados están perfectamente limpios de toda mancha y libres de la menor desemejanza. Creo que cuantos reciben la iluminación sagrada están llenos de luz divina y levantan los santos ojos de la mente hasta alcanzar plena capacidad de contemplación. Finalmente, pienso que los perfectos, lejos ya de toda imperfección, deben unirse a quienes contemplan los santos misterios con ciencia perfeccionante. Justo es que quienes purifican hagan a otros participar de su abundante pureza. Justo asimismo que quienes iluminan mentes más transparentes que las otras, gozosamente llenos de sagrado fulgor y capaces tanto de recibir como de transmitir la luz, la desborden doquier y difundan entre los que sean dignos de ella.

Por último, que quienes tienen el oficio de crear perfección, muy entendidos en la doctrina perfeccionante, deben hacer que los perfectos lleguen a ser como ellos, instruyéndolos en la doctrina sagrada de lo que ya contemplan devotamente.

Resulta, pues, que cada orden de la jerarquía sagrada, según a cada cual corresponde, se eleva hasta la cooperación con Dios. Con la gracia y poder que Dios da hace cosas que natural y sobrenaturalmente son propias de la Deidad. Algo que El lleva a cabo supraesencialmente y luego lo revela por la jerarquía a las inteligencias que aman a Dios para que éstas las imiten dentro de lo posible.

 

 

 




 

 
 

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